En pleno 2024 el Partido Comunista (PC) sigue declarando que la Unidad Popular (UP) es un “proyecto inconcluso”; lo mismo sostuvo parte de la izquierda criolla durante la mal llevada celebración de los 50 años del 11 de septiembre de 1973. Cuesta entender desde el presente ese “proyecto inconcluso” salvo desde lentes del romanticismo e ideologismo propio de quienes no quieren opiniones divergentes del pasado, y aún ven en la UP su piedra angular y combativa acompañada de un: “venceremos”.
La Historia se escribe con fuentes y testimonios de quienes presenciaron la UP, gratamente tuve acceso a un documento analítico de un joven economista de 24 años. Un Licenciado en Ciencias Económicas premiado con la distinción “Raúl Iver” de la Universidad Católica de Santiago, un reconocimiento al mejor alumno de su generación. Me refiero al Ingeniero Comercial y ex Presidente Sebastián Piñera, quien durante el desarrollo de la UP escribe un artículo desde su especialidad llamado: “El costo social del gran experimento”[1].
El joven economista Piñera considera en su análisis los dos primeros años de la UP, su artículo aparece publicado a inicios del año 1973. Es un trabajo in situ de la gestión económica de la UP vista por el ex Presidente Piñera. De entrada señala su mirada sobre el diagnóstico económico elaborado por la Unidad Popular al sustentarse en lo “dogmático y por la dependencia ideológica”[2] forzando interpretaciones y estrategias económicas sin sustento técnico.
Un diagnóstico equivocado y un afán de utilizar la economía con un enfoque populista[3], una economía que quedó al “servicio de la estrategia política”[4] y el objetivo de ampliar la base de apoyo de la UP en su instalación del socialismo. Estrategias económicas que Piñera divide en dos: de corto y largo plazo, ambas reflejan los “intereses políticos de la Unidad Popular”[5]. Intereses que descuidaron “notoriamente la ampliación de la capacidad productiva de la economía chilena”[6], ante problemas de arrastre: inflación y estancamiento económico con costos sociales evidentes.
El ex Presidente Piñera considera que la UP tuvo un buen primer año en el plano económico debido a las capacidades instaladas por el gobierno de Frei Montalva en: inversiones, reservas internacionales y otros factores positivos del momento. Un primer año marcado por la “redistribución” según el autor. Envión que no fue suficiente, a corto andar se hicieron evidentes los costos del socialismo producto de un “pésimo manejo de la política económica”[7]. Costos del tránsito al socialismo que son “compartidos por una minoría, y rechazados por la gran mayoría”[8].
Lo estatal y planificación centralizada de la UP chocaron con la realidad, el sector público “nunca funcionó como una unidad orgánica e integrada”[9] tras la “fiebre de estatizaciones”[10] y “el escaso talento técnico y administrativo”[11] fruto del cuoteo ideológico y político de los distintos componentes de la Unidad Popular, el técnico fue reemplazado por un militante o dirigente político. La fiebre estatista incorporó masivamente empresas sin definir prioridades ni una mirada sensata sobre cuales realmente eran las empresas estratégicas.
El criterio técnico fue sobrepasado por presiones de dirigentes y trabajadores, generado “un caos”[12]. La construcción del socialismo desde la UP y su plan económico buscaban la “conquista de todo el Poder”[13]. El joven Piñera confirma una vez más que el diagnóstico sobre el cual se elaboró el plan económico de la UP fue errado, basado en un dogmatismo e ignorancia con estrategias sin sustento alguno por parte de los “profetas del marxismo criollo… vieron lo que querían ver; vieron lo que veía Marx en la Inglaterra de 100 años atrás”[14]. Profetas que manejaron irresponsablemente la política monetaria que analiza Piñera sin considerar lo que alerta y anticipa en su trabajo: el “fantasma de la hiperinflación”[15].
Esos profetas que en palabras de Piñera agotaron las reservas acumuladas y provocaron una dependencia alimentaria mediante importaciones. Una UP que fue irresponsable con la economía con una “marcada incompetencia de muchos de sus personeros”[16]. En fin, un proyecto errático e improvisado, un experimento con costos sociales analizados y difundidos por el ex Presidente Piñera.
Si el Partido Comunista insiste en ver en la UP un proyecto inconcluso es de esperar que no nos toque padecer nuevamente la improvisación, la incompetencia y el dogmatismo en la toma de decisiones que terminan afectando a las mayorías tras recetas socialistas fracasadas. La UP fue un experimento que produjo la división de la sociedad de entonces en polos beligerantes y excluyentes que nos llevaron al borde de la Guerra Civil. Una UP que ofreció y prometió mucho pero terminó dando “poco pan pero mucho circo”[17]. El PC ya nos avisó en su fiesta, para ellos la UP sigue siendo un proyecto inconcluso ante una minoría que no quiere asumir ese experimento como un fracaso propio.
Para algunos, a riesgo de ser acusados de negacionistas y anticomunistas, no es descartable que en este u otro gobierno se estimule un nuevo estallido social, las fuerzas de izquierda lograron la rendición constitucional durante el 2019 ante un ex Presidente Piñera acorralado por la presión de la calle y el poder del fuego alimentado por el odio, esa receta incombustible que los comunistas escondieron bajo el llamado de recuperar la: “dignidad” y su enemistad con los “poderosos”; uno de esos poderosos para el PC fue el mismo Piñera en sus dos gobiernos, a quien no acompañaron ni siquiera en el funeral de Estado realizado. Los comunistas no perdonan ni olvidan.
Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia
[1] Sebastián Piñera, “El costo social del gran experimento”, en Chile, El costo social de la dependencia ideológica (Santiago, Editorial del Pacífico, 1973).
[2] Ibíd, p. 151.
[3] Ibíd, p. 152.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd, p. 158.
[6] Ibíd.
[7] Ibíd, p. 162.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd, p. 171.
[10] Ibíd.
[11] Ibíd.
[12] Ibíd, p. 172.
[13] Ibíd, p. 176.
[14] Ibíd, p. 184.
[15] Ibíd, p. 180.
[16] Ibíd, p. 184.
[17] Ibíd, p. 167.