El puerto querido: cerro abajo y gris. Valparaíso muestra un sinnúmero de contrastes y de problemas de arrastre; la ciudad se volvió gris e insegura más allá de ciertas fachadas pintadas y de hitos que se realizan en la capital regional. Un domingo pasado se celebró una nueva versión del “Red Bull Valparaíso Cerro Abajo 2024”. La joya brilla a ratos pero no es suficiente.

El ocaso del puerto.

Autores: Rafael González y Rodrigo Ojeda.

Toda moneda posee dos caras y es lo que experimenta en el día a día el puerto y los porteños de cerro a mar. El puerto muestra un sinnúmero de contrastes y de problemas de arrastre; la ciudad se volvió gris e insegura más allá de ciertas fachadas pintadas y de hitos que se realizan en la capital regional. Un domingo pasado se celebró una nueva versión del “Red Bull Valparaíso Cerro Abajo 2024”. Una carrera individual de alto vértigo y descenso por las estrechas y peculiares calles porteñas en bicicletas de montaña con grandes patrocinadores. Un puerto con luces y sombras.

Más allá de los ganadores, los tiempos, el recorrido y las dificultades del trazado, la carrera urbana a contrarreloj es un paréntesis, un oasis que nos muestra al puerto querido en al menos dos facetas y caras opuestas de una moneda: Valparaíso es elegido año a año en el calendario de fechas de la prestigiosa transnacional del toro, sus redes resaltan que la ciudad posee el sello distintivo de patrimonio de la UNESCO.

Un simple recorrido sin bicicleta por las calles principales y no tan recurrentes permite comprobar un abandono y un deterioro no sólo del sector patrimonial. El olvidado puerto principal ya no es el mismo de antes y no es simple nostalgia de un pasado siempre mejor, el diagnóstico es claro: las políticas públicas y municipales son reactivas e insuficientes. Hay calles abandonadas no sólo en sus fachadas, incluso en lo esencial de un municipio: el aseo y ornato.

Valparaíso es atractivo para grandes eventos pero no es suficiente, existen otros contrastes incluso en los cerros patrimoniales y de mayor presencia de turistas; los vecinos alertan en distintos sectores que es mejor no circular a solas en ciertos horarios y es mejor no exhibir teléfonos ni cámaras ya que las cifras de asaltos y sensaciones de inseguridad van en aumento. A lo anterior se suma el cierre de locales comerciales y de emprendimientos en contraste al aumento del comercio informal y de ferias callejeras fuera de toda norma.

La actual alcaldía mantiene su ideología por sobre las necesidad reales, con un abandono de deberes que fue ratificado por el TRICEL, ante un alcalde que no posee una identificación y compromiso real con el puerto, dicho en simple: no es un porteño de tomo y lomo; sabido es que tiene su mirada y plan político en otros cargos de representación y que la reelección es un premio de consuelo dentro de la nueva izquierda a la sombra de sus compañeros de ruta.

El otrora puerto principal necesita volver a brillar y relucir nuevamente como la perla del pacífico, necesita que en cada rincón suene ese vals popular: esa letra que habla de alejarse y luego retornar y contemplar al puerto querido que no merece seguir postergado ni en decadencia. El puerto y su gente saben que no hay otro igual a Valparaíso, saben que son urgentes los cambios que beneficien a los porteños, a la ciudad y al puerto más allá de los discursos, las promesas y los pactos. Valparaíso necesita que un porteño entienda los problemas de cerro a mar.

Rafael González – Abogado UV.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia UV.

Autor de la Columna

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