Chile tomado, libro de Iván Poduje publicado durante 2023, es una radiografía de problemas de arrastre y una crisis generalizada con consecuencias sociales; las problemáticas que aparecen en el libro no son nuevas y a ratos se desbordan. Lo relatado por Poduje, es un retrato del Chile real, en el cual manda el más fuerte, el que se salta las reglas desde lo informal y violento. Situaciones ya normalizadas, con ciudades, barrios y personas invisibles ante la desconexión e indolencia de la élite política y un Estado reactivo. Nos hemos ido acostumbrando a la barbarie propia e incivilidades foráneas en poco tiempo. Hemos retrocedido en indicadores y avances sociales, hoy la inseguridad no sólo es una sensación y la pobreza en aumento no es baladí. Se han relativizado situaciones sociales que nos tienen atrapados en un laberinto de diagnósticos, promesas y “relatos”.
En los últimos años, Chile padeció terremotos no telúricos, en sus placas políticas y sociales con derrumbes de consensos y daños evidentes en las capas más sensibles, en los pobres y sus pobrezas, los invisibles de hoy. Esos que padecieron en sus barrios el “estallido” y la pandemia, además de las consecuencias de la migración informal, la presencia del narco y el crimen transnacional, la expansión de las tomas (loteos y viviendas irregulares) y la delincuencia e inseguridad generalizada. Esos invisibles que viven lejos de sus trabajos y sufren los problemas del transporte público, en barrios con menos servicios, con hacinamientos habitacionales y nulos “espacios verdes”, esos invisibles que piden seguridad y orden, por sobre los “derechos sociales”.
El autor evidencia contundentemente que las “ciudades son más pobres, inseguras y segregadas”, lo que tanto costó construir se encuentra agonizando. Las distintas crisis han golpeado a los sectores vulnerables y medios en el norte, centro y sur de Chile. En paralelo, la élite se autosegrega, se desconecta geográficamente de los problemas, habitan entre pares en otros espacios, con otros estándares; una decisión respetable que los aleja en todo sentido del Chile real. Una élite que se entera de los problemas a través de sus trabajadores domésticos y luego rasga sus vestiduras en paneles televisivos y foros empresariales. Hablan y discuten entre pares (eso fue el lío constitucional). Sus promesas no se cumplen y el malestar se acumula (nuevamente). Malestar que ciertos sectores de la izquierda utilizaron y utilizarán como acelerante llamando a quemar y evadir todo. La izquierda es cíclica en sus intentos eternos por cambiar el “modelo” y la resistente constitución.
Los daños colaterales de las crisis mencionadas por Poduje están en pleno desarrollo con malestares evidentes y una élite con recetas grandilocuentes. La anomia, indiferencia y la falta de esperanza llegaron para quedarse. Los invisibles aumentan, en el norte con la frontera desbordada, en el centro con los cientos de damnificados por los incendios de febrero que aún esperan “soluciones”, en el sur con los sucesivos atentados terroristas, y tantos otros ejemplos que usted mismo conoce en su barrio y ciudad. Con tomas y campamentos desbordados que ponen en jaque a las viviendas formales, esa actividad lucrativa en manos de narcos y “pillos” que hoy venden terrenos e intervienen “el territorio”, arrasando con toda la vegetación ante el silencio de los colectivos ecologistas, esos que prefieren paralizar obras habitacionales con sus pancartas de turno, preocupados de otras especies sintientes.
Ni hablar de la invasión del comercio informal en cientos de calles del país, algunos alcaldes frenteamplistas no hicieron la pega a tiempo (poner orden), los centros se han devaluado ante ambulantes que venden de todo y para todos, con la ley del más fuerte al ocupar el espacio y controlar las calles violentamente. A ratos, obligan la intervención policial, pero, hoy el ambulante no retrocede, se enfrenta a la par con tal de defender su negocio y espacio, a vista y paciencia del transeúnte que paga sus impuestos y cumple las reglas.
El gobierno actual se dedicó durante mucho tiempo a satanizar los “30 años” y ahora necesitaremos al menos “30 años” para recuperarnos y volver a ese Chile que crecía, por ejemplo, en lo habitacional; los sectores medios ven esfumarse el sueño de la vivienda propia. Sabido es que ciertas tomas de terrenos están recibiendo a quienes deciden no esperar los largos plazos del SERVIU ni los altos costos al intentar comprar. Ni hablar de aquellas tomas que se denominan de “segunda vivienda” o que simplemente son ofertadas en las redes sociales, no podemos olvidar que muchos en la izquierda gobernante romantizaron “las tomas” como formas de resistencia ante el capitalismo inmobiliario. El problema habitacional es dramático.
Chile, la franja del suroeste vive una crisis compleja, afectando a los vulnerables e invisibles, a los que sabemos que existen, pero lejos de nosotros, una distancia que interfiere en la capacidad de ponernos en su lugar porque no estamos en sus zapatos y porque nos conformamos “al verlos con zapatos”, pero las pobrezas no son sólo materiales y el desarrollo no puede dejar grupos en el olvido. Los invisibles existen y están entre nosotros, las urgencias sociales tienen que ser la prioridad de la agenda comunal y nacional ante la pandemia de la indiferencia, ese debe ser el verdadero “pacto social”. Hay males y malestares ya incubados y son una bomba de tiempo. En el libro mencionado, el autor plantea soluciones, hay quienes se han tomado muy en serio los problemas de inseguridad, falta de liderazgos, migraciones y la integración social. Poduje levantó un diagnóstico con evidencias y con un recorrido in situ. Es el primer paso. Los invisibles tienen problemas y necesidades visibles. Chile está tomado por unos pocos.
Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia