Viña del Mar tiene festival: de escombros, cenizas y negligencias.

Atrás quedan el 2 y 3 de febrero, esos días de alarma, fuego y desconcierto. Hoy el temor de muchos es que los sobrevivientes de esos fatídicos días queden en el olvido, en las estadísticas y en sus carpas. Estamos próximos a fin de mes y la cita del festival se mantiene vigente, trabajan raudamente en los preparativos y en la puesta en escena musical. Nada queda al azar y no escatiman en recursos humanos y económicos, ya que el show debe continuar en la Quinta Vergara. Hoy los cerros sufren una nueva tragedia y la ciudad se normaliza de manera necesaria y contrastante. Hoy es posible ver cientos de toldos y carpas que cuidan su vida y propiedad a pesar de la adversidad y del frío.

“Tengo tanto que aprender… todo lo que tengo es tu mirar… abro puertas que alguien me cerró…” según Alejandro Sanz y el “Desde Cuando”.

Nuevamente la prensa libre ha demostrado negligencias intolerables y mortales, correos más, formatos menos, la ex ciudad bella no cuenta con un plan adecuado ni actualizado ante las emergencias forestales; otra mácula más para el denominado “Municipio de Cuidados”, otro descuido más y falta de cuidados. No nos están cuidando y esta vez no tienen como culpar a Virginia. Llegan a los cerros de manera reactiva y hacen puntos de prensa junto a sus monotemáticas redes sociales con imágenes de un personalismo desatado de la autoridad comunal.

Qué es esto que me invita a vivir… qué será esa fuerza que a todos… ¿será la fuerza del corazón?” son palabras de Sanz en “La Fuerza del Corazón”.

Los sufrientes de siempre necesitan techo, comida y un entorno seguro, nada de eso llega con los likes de la autoridad y sus escoltas. Pululan por los cerros con sus chaquetas azules y banderas, las colocan tratando de empatar a las numerosas banderas de Chile que cada vecino ha colocado, marcando su terreno y haciendo patria, diciéndonos soy chileno y me levanto de esta tragedia. Esos mismos vecinos agradecen toda la ayuda individual de los voluntarios anónimos, esos que llegan movidos por la solidaridad y voluntad humana. Extienden su mano y la pala lo más rápido posible sacando escombros y vestigios de las cenizas de recuerdos materiales e inmateriales. Hay prisa y apoyo desinteresado.

 “Aquí me tiene abandonado… bebiendo tequila pa’ olvidar… Y sacudirme así el dolor…” nos dice Maná en “Clavado en un Bar”.

Hoy los incendios son recurrentes y fatales en la larga y angosta franja. Tras la emergencia aparecen cientos de especialistas y de autoridades analizando hasta lo inentendible; todos de alguna forma evaden sus responsabilidades en la necesaria prevención y planificación de riesgos del cuerpo social. Culpan al viento, las laderas, las lluvias y a todo lo que pueda encajar dentro del relato y lo discursivo en tono indolente. No he escuchado ningún: “nos equivocamos”.

 “Iba por los parques con fantasmas… iba sin luz, iba sin sol… iba sin un sentido…”nos dice Maná en “Eres mi Religión”.

El festival de Viña tiene una programación de seis días, personalmente creo que no hay nada que celebrar pero otros me dicen que la música y el humor son paliativos ante la tragedia, los que me dicen eso olvidan que aún hay sectores con los servicios básicos inexistentes o al menos inestables en los cerros quemados. Quizás sea necesaria la música antes los grises y lutos que hemos padecido en este febrero incomprensible.

Era el más terrible, el implacable, el más feroz… este silencio mortal… Ángel para un final…” suena en los acordes de Los Bunkers y el “Ángel para un final”.

De seguro ya tienen considerado saludar a los cerros y apelar a la solidaridad y empatía con frases hechas llamando a la unión; según ellos no es tiempo de buscar responsables de los errores fatales. Más de algún artista tendrá palabras para el dolor y la tragedia. A mi entender la cartelera y programación quedó marcada por la negligencia y la centena de muertos anónimos e inocentes. Es de esperar que la música reconforte aunque desde mi punto de vista este festival y organización quedan desconectados de la realidad y del sufrimiento de los cerros, esos que:

“están en medio de la soledad… bailando solos  en la oscuridad… igual que una promesa al anochecer… te puedes disolver… y que el futuro se te esconde” en palabras de Los Bunkers y su “Bailando Solo”.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia

Viña del Mar

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Autor de la Columna

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