¡Cuidado! “Liberalófago” suelto

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Ignacio Rodríguez Rückert

Vicepresidente Libres Chile

            ¿Qué hacemos cuando comemos? Ingerimos un alimento, lo trituramos, lo disolvemos, lo llevamos a la mínima expresión de nutrientes que podemos absorber y, lo que no nos sirve, lo desechamos. A nivel celular eso se llama fagocitar: comer (fago) células (cito).

¿Qué es ser liberal?

            ¿Qué es ser liberal? Esta pregunta, que parece parodia, con la que varias personas se burlan de quienes adscribimos a las ideas del liberalismo, por lo general se reduce a respuestas simples como “ser de derecha”, “ser de izquierda”, “ser de centro”, “defender las ideas de la libertad”. Tediosas charlas de bares y salones trasnochados o debates rumiantes que no llevan a ninguna parte. La única cosa que aglutina a liberales es la libertad.

Libertad, así de simple

            La libertad no pareciera ser algo menor. El problema es responder a la pregunta ¿cuál libertad comanda y cuándo? Ante esta duda es que aparecen los cismas y las atomizaciones, porque frente a la galería interminable de autores del liberalismo, o autores que nunca fueron liberales, pero al tener una cuña que calza los citan como si lo fueran, esta idea se fragmenta en múltiples tribus insignificantes que se odian entre sí. Cada una reclama ser “la real” y, al no reconciliar esas diferencias y no tener un peso que les de relevancia, pactan con ideales contrarios al liberalismo.

Ideales iliberales

            ¿Qué ideales son contrarias al liberalismo? Por un lado, el espectro socialista-marxista con su estado hipertrofiado que consume los recursos, empobreciendo a las personas y no permite el libre uso de las ganancias que el individuo con esfuerzo obtuvo para disponer como se le antoje. Por otro, el eje patriota-conservador, que con sus códigos morales y sus castigos que van desde multas a penas draconianas, no permiten la libre búsqueda de la felicidad de los ciudadanos. Finalmente las doctrinas autoritarias que devienen de ambos espectros.

¿Rememos para el mismo lado?

            En resumen, los liberales no somos pocos, pero estamos atomizados, peleados por banalidades que exageramos y obligados a pactar con ideales que despreciamos para poder sobrevivir. Y este fenómeno no es local. Ejemplos hay en Latinoamérica, como el Partido Liberal Brasilero, que es el partido del ultraderechista Jair Bolsonaro, o el Partido Liberal de Colombia con el integrante del Grupo de Puebla (y receptor de financiamiento del Cartel de Cali) Ernesto Samper.

Hay razones para ser (algo) optimistas

            Sin duda hay eventos que dan esperanza a que estas tribus dispersas algún día se encuentren como cuando el Partido Liberal de Vlado Mirosevic abandonó el Frente Amplio por su decisión de pactar con el Partido Comunista, o cuando Evopoli, presidido por Gloria Hutt, decidió bloquear de toda participación en Chile Seguro al Partido Republicano.

            El tema que debe preocupar a los liberales no debe ser si izquierda o derecha, si nos atomizamos o nos peleamos, divergencias de interpretación existen en todas las posiciones políticas y filosofías. La verdadera precaución debiera ser la existencia del “liberalófago”.

Cuidado con los liberalófagos

            ¿Y qué es el “Liberalófago”? Para empezar, es un neologismo entre liberal y fagos (comer), o sea el “devorador de liberales”. Es una persona que toma las ideas liberales y a los votantes liberales y camufla dentro de su discurso algunas consignas llamativas para finalmente aprovecharse de los cismas y conflictos, reduciendo a la mínima expresión al liberalismo y quedándose con el nutriente (los votos) y desechando lo que no le sirve (las ideas liberales).

Provienen de los extremos políticos

            En Chile podemos ver en los polos a los liberalófagos más emblemáticos: a la derecha tenemos a José Antonio Kast del Partido Republicano, quien promete “defender las libertades”, pero más allá del derecho preferente de los padres en la educación de los hijos, no se le ha visto apoyar ninguna libertad individual. Por el contrario, se le ve entorpeciendo libertades de mujeres, la comunidad LGBT+ y uso sustancias de uso recreativas.

            En su antípoda ideológica, Daniel Jadue y el Partido Comunista, quienes no se comprometen explícitamente con las libertades, pero si venden una retórica de opresores y oprimidos y de cómo ellos van a terminar con la opresión de oligarcas, plutócratas, inversionistas extranjeros… los “enemigos del pueblo”. Sin embargo, su plan lleva a hacer de este pueblo menos oprimido (por lo tanto, teóricamente más liberado) cada vez más dependiente del estado, por lo que entrega dignidad en forma de productos y servicios, pero demanda sumisión, depredando libertades.

Vendiendo humo

            Ahora, estas formas de liberalófagos, en tiempos de desesperación, cautivan cual planta carnívora u ofrecen una luz de esperanza cuando todo se ve negro como los peces de las profundidades que con luz atraen a sus víctimas.

Cuando son muy evidentes y pueden ser reconocidas a kilómetros de distancia, al igual que las anémonas, usan a otros como peces payasos para atraer víctimas. Un ejemplo de esto sería lo que pasa con el Partido Liberal,el cual logra atraer a grandes mentes del liberalismo a un destino que sólo engrosa los resultados electorales del Frente Amplio y Socialismo Democrático y que aniquila las ideas liberales 

Otro ejemplo es el ala representada por Luciano Cruz-Coke de Evopoli, quien se define como liberal, levanta consignas liberales, pero está realmente bajo la sombra del Partido Republicano, dispuesto a sacrificar principios e ideas con tal de recibir migajas, cual pez rémora. Evidencia de esto fue lo ocurrido en la pasada segunda vuelta presidencial de 2021, en la que ciertos liderazgos de Evopoli no titubearon ni pusieron condiciones antes de apoyar públicamente a José Antonio Kast.

Para mi, quién escribe estas palabras, el liberalismo es un código frente al cual una persona debe siempre hacerse la pregunta: “¿qué decisión genera más libertad a más personas?” En tiempos de polarización hay que aferrarse aún con más fuerza a ese código y aprender a reconocer a los liberalófagos.

Reconociendo a los liberalófagos

¿Cómo reconocer a los liberalófagos? Pueden ser de dos tipos: iliberales que consumen liberales o liberales que aceptan cargos mientras postergan sus ideas. Ambos depredan al liberalismo; y, con tribus fragmentadas y discutiendo entre ellas, la ventaja es para los depredadores; por lo que estar alerta y atento a las señales es fundamental.

Si tiene antecedentes de que, posterior a la victoria electoral, descarta las ideas liberales o a los nombres liberales durante la entrega de cargos, como el presidente Boric con el ministro de obras publicas García, es un liberalófago.

Si titubea con incluir ideas liberales, o sólo lo hace por votos cuando está desesperado, como José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial, ojo, es un liberalófago.

Si descarta pactar con liberales que citan a Hayek, Nozick, Mill, pero rápidamente se alía en bloques con socialistas que citan a Marx, Lenin, Castro y Guevara; o, por el contrario, descarta pactar con seguidores de Rawls, pero se asocia a neoconservadores, tenemos un liberalófago.

Si se autodenomina liberal, pero no puede citar a un liberal que en los últimos 50 años tenga una visión similar a la que defiende, como algunos tienen con respecto al aborto, con cuidado que están frente a un liberalófago.

Si su primera respuesta a cualquier problemática es el aislamiento y el uso de la violencia, definitivamente es un liberalófago.

Los liberalófagos están ahí y pareciera que están ganando, pero sólo porque los liberales lo permitimos. La pregunta es ¿hasta cuándo?

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