El Poder y El Relato

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El relato de la Meritocracia Neoliberal, como el gran justificativo de la desigualdad de jerarquías de poder, ya está agotado, y no está cumpliendo su rol como “poder eficiente”, este desprestigio severo, y los constantes ataques a su base fundamental ideológica, sostenido por sus rivales en cuanto a promotores de relatos distintos, que puedo distinguir y catalogar como; “Marxismo Cultural”, “Igualitarismo Radical”, “Anarquismo Posmoderno” y “Jerarquías basadas en un Orden Conservador Metafísico” que en está columna iré describiendo. Al final, esbozaré mi propuesta de un nuevo relato que justifique un poder eficiente, el cual enfatice la flexibilidad en las jerarquías de poder y diversidad diferente en cuanto a las relaciones inter-subjetivas.

Contexto

Ante la crisis de la meritocracia, ¿debemos los liberales crear otro relato que, cual Atlas, sostenga todo el peso del poder sobre sus hombros? Sin duda, ésta es la discusión ideológica más importante de esta última década: el poder o, quizás para ser más específicos, el relato que sostiene socialmente aceptadas las disparidades insalvables que generan las relaciones de poder. 

Si queremos partir de lo simple y luego llegar a lo complejo, podemos dividir políticamente a los ciudadanos en derecha e izquierda; esta división simplificada, dejaría a los primeros como promotores de una jerarquía basada en un supuesto orden natural, quienes buscarían defender el “poder eficiente”, mientras que la izquierda buscaría abolir esas jerarquías en pos de la igualdad. 

Sin embargo, nada es tan simple como a las visiones dualistas y maniqueas les gusta representar al mundo, esto es, entre buenos y malos

Hay diversos modelos sustentados en diferentes relatos, siendo el más exitoso a nivel global como nacional el de la “meritocracia neoliberal”, discurso que fue hegemónico entre los años 1990 y 2008.

Luego de la rápida descomposición del bipartidismo socialdemócrata y neoconservador en esta última década, el discurso anteriormente mencionado se agotó, siendo los grupos más radicales quienes han tomado la delantera, y justamente lo hicieron planteando diferentes tesis sobre la crisis de legitimidad del poder. 

Entre estos grupos se encuentra el progresismo radical, que nace de movimientos indignados contra el sistema en 2011 y se manifiesta en el movimiento estudiantil chileno, Occupy Wall Street en USA, Podemos en España, la Francia Insumisa, entre otros grupos de las democracias occidentales. 

Los relatos provenientes de la Izquierda

Siguiendo con lo anterior, uno puede notar en la izquierda tres discursos sobre el Poder: 

1.- El “Marxismo Cultural”, que tiende a ser más bien marginal, cundir entre grupos más fanatizados y sobre todo servir como material para “monos de paja” a los derechistas, al aunar todos sus miedos en un solo enemigo. Según esta tesis, habría una bio-politización del materialismo dialéctico, y a través de la política de identidad, distintos colectivos se identificarían con el oprimido, generando un conflicto con otros bio-grupos identificados con el opresor. Y, al igual que con el Marxismo Clásico, que postula que para alcanzar el “verdadero comunismo”, habría que pasar por una etapa llamada “Dictadura del Proletariado”. Acá estas teorías interseccionales requerirían de una reparación histórica, las cuales servirían como síntesis a los poderes históricos de las superestructuras —como podría ser el patriarcado o la heteronorma— para poder compensar los abusos, y alcanzar ahí una sociedad sin jerarquías de poder o, al menos, más diluidas que las actuales jerarquías de poder del actual orden.  

2.- La Visión Igualitaria, a la que distingo como hegemónica entre el progresismo radical, sino incluso, la candidata a ser el discurso hegemónico de la década. Al igual como la socialdemocracia terminó por desechar la vía armada, la guerra de clases y la dictadura del proletariado del Marxismo, este igualitarismo utilizaría las herramientas de la política de identidad, pero con el fin de alcanzar directamente una igualdad de trato, sin necesidad de compensaciones que hieran la igualdad formal en pos de reivindicaciones identitarias. Acá el ideal habermasiano de democracia radical, procedimiento y diálogo, sería el que terminaría por ir disminuyendo, en la práctica, las desigualdades formales e informales. 

La búsqueda obsesiva de la igualdad de este grupo está presente desde liberales igualitarios que ponen énfasis en la igualdad de trato, como en grupos más socialistas democráticos, quienes ponen más énfasis en las igualdades materiales, siempre y cuando éstas vayan en concordancia con disminuir las diferencias en el ejercicio del poder en todos los vínculos humanos posibles, dicho de otra forma, subir al que está abajo, bajar al que está arriba, horizontalizar lo más que se pueda, incluso si esto atenta contra la eficiencia del poder, ya que la igualdad está primero para los que aceptan este relato.

3- El Anarquismo Posmoderno, que busca abolir toda relación de poder, las teorías críticas, y la deconstrucción — que también es uno de los monos de paja preferidos por las derechas más sofisticadas. Plantean atacar la relación de poder en sí misma, más que poner énfasis en quienes detentan o carecen de este poder. Su idea sería hacer desaparecer gradualmente todo vínculo que implique jerarquía, y eso incluye también a las mismas identidades, que al estar asociadas históricamente a desigualdades de poder, quienes adscriben a este relato justificatorio promueven identidades más líquidas y fluidas. Por ejemplo, una parte de las teorías queer entrarían en este grupo, que también es más bien minoritario dentro de la misma izquierda. 

Los relatos provenientes de la derecha

Por otro lado, frente a estas teorías se posicionan una cuarta y quinta teoría, que estarían clasificadas dentro de la derecha, en cuanto se alinean en mantener un poder eficiente, aunque hay distinciones en la naturaleza de ambas:

4.- El Orden Conservador Metafísico. Quienes adscriben a este relato que sustenta desde reaccionarios eurasianistas hasta paleo-libertarios, pasando sin duda por la fuerte ola neo-reaccionaria de la derecha alternativa y la alt-lite, son refritos del relato conservador histórico, pero readaptado al siglo XXI.

Un promotor influyente de este último tiempo sería Jordan B. Peterson, quien promueve la eficiencia de las jerarquías basadas en un Orden Natural. En su caso, este orden es biológico-evolucionista, pero hay otros pensadores que sustentan estas jerarquías patriarcales y normadas, en argumentos metafísicos de línea tomista, mientras que otros en idealismos platónicos o algún otro tipo de misticismo. Este relato es la repuesta más popular en la derecha, como justificativo filosófico en reacción al igualitarismo de la izquierda. 

No obstante, lo anterior no termina de cuajar bien, ya que sus justificativos son de naturalezas muy disímiles — incluso contrapuestas entre sí —, por lo que sirven sólo como arma de crítica, pero sin la fuerza justificativa de crear un relato propio que logre seducir a la sociedad en su conjunto, de manera de aceptar su forma de justificar las desigualdades de poder. Por esto, sería casi imposible que estuvieran estas desigualdades socialmente aceptadas por todos, con la finalidad que en la práctica el poder pueda ser eficiente en su ejercicio para asegurar la paz social, condición necesaria para la prosperidad. 

5.- La Meritocracia Neoliberal. El quinto relato, que sí logró en parte de este siglo ser globalmente aceptado — luego de la caída del muro y antes de la crisis economía subprime —, fue el relato dado en El fin de la historia por las democracias liberales en conjunto con el libre mercado. Este relato asumía una igualdad de oportunidades, y las diferencias de estatus, dinero y poder, se justificaban en base a dos condiciones: la diferencia de talentos, con la cual todos nacíamos, y que, en ejercicio de nuestra libertad relacionándose inter-subjetivamente con otras voluntades, era el esfuerzo individual quien repartía esas condiciones más favorables a mayor ejercicio del poder. Este relato, mientras funcionó, demostró ser brutalmente eficiente, generando las condiciones necesarias para la prosperidad. Pero como relato, sin embargo, lleva varios años envejeciendo mal; las críticas igualitaristas terminaron por socavar el relato y, con ello, la posibilidad de mantener la paz social sustentada en ese relato meritocrático — por tanto, el poder perdió su condición de eficiencia. 

Para que la eficiencia sea concretable, debe estar justificada en un relato de poder eficiente, sino pierde también su validez discursiva. 

Pero, ¿por qué falló el quinto relato, es decir, el relato meritocrático?

Probablemente, por el exceso de neoliberalismo asociado a este discurso. 

Finalmente, “cuanto tienes, cuanto vales” y una mirada a las resoluciones de los problemas sociales con la óptica del Homo oeconomicus por parte de la elite “intelectual” que sustentaba aquel modelo, terminó por generar un descontento con el relato justificativo de la meritocracia como relato hegemónico. 

¿Un Sexto Modelo?

Desde el cuerpo moribundo de la meritocracia, parándose sobre sus hombros como si fuera un gran árbol muerto por dentro, podría tornarse en el cobijo perfecto para que otro relato surja desde allí, pero con mayor vitalidad; y, por qué no, quizás aprenda en parte del otro lado, sobre todo de lo vitalista del discurso posmoderno. 

Heráclito sostenía que todo fluía, su arjé era el fuego, y más que hablar de (pos)modernidad líquida como decía Bauman, hay que hablar de una (meta)modernidad flexible. 

Si promovemos la creencia en que la diversidad de proyectos de vida debe darse en un contexto intersubjetivo de comprensión, empatía y sobre todo flexibilidad, previniendo con esto las asimetrías de poder rígidas, ayudando a todas y cada una de las personas a desarrollar una sana curiosidad (una que invite a la búsqueda y desarrollo de su propia identidad, expresión y forma de establecer vínculos), quizás podamos entregar un nuevo relato que justifique la diferencia intrínseca del poder eficiente. 

Si el discurso actualmente hegemónico es el igualitario, liderado por el progresismo radical, que detenta obsesiones con la diferencia de poder, podríamos expresar en forma numéricamente ejemplificada, todos similares a 1,0 tolerarían diferencias de poder jerárquicas menores, como 1,1 > 0,9, 1,3> 0,7, o números no muy diferentes, manteniendo una igualdad rígida, comparable a la rigidez del conservadurismo, que promueve un ordenamiento de los números en jerarquías rígidas de 2,0 > 0,1, sin mayor problema. 

Un relato de flexibilidad en las jerarquías de poder, podría incluso sostener con algunas condiciones, relaciones más desiguales aún (3,0 > -1,0) lo que haría al poder más eficiente todavía, de ser necesario — pero las condiciones de flexibilidad son lo que realmente podrían hacer a este relato factible, ser socialmente aceptado y poder generar un orden de paz social y por tanto prosperidad. 

La flexibilidad de las relaciones intersubjetivas no sólo tiene que permitir desigualdades en el ejercicio eficiente del poder sino, además, ser tremendamente poco rígidas y ser muy variables, para que a nivel de grandes números sea más probable que todos nos vayamos probando en distintas situaciones de poder, en distintas circunstancias, de formas múltiples. 

La otra clave es que el estatus no debe basarse en el poder resultante de la Competencia, sino más bien en la Diferencia. La diferencia se distingue frente a la igualdad, porque genera diversidad. 

Sin una competencia obligatoria —justificativa del poder—, ni cooperación obligatoria —ineficacia del poder—, sino que, en vez de eso, con una diversidad de la diferencia, es posible que cada uno persiga sus proyectos de vida, buscando su propia felicidad, sin que sea la persecución de estatus el mayor incentivo a desarrollar sus propios planes de vida. 

Si le quitamos parte del estatus al poder se genera un doble beneficio: por una parte se aleja del ejercicio del poder a los que solo buscan en este su estatus asociado — sociópatas y potenciales tiranos—, muchas veces poniendo en riesgo la eficiencia misma del poder, mientras que al mismo tiempo libera a quienes quieren perseguir un proyecto de vida, auto-esclavizándose sólo por la búsqueda de estatus, generando un incentivo perverso a la utilización maliciosa de una institución o de la interacción con otros, solamente con la finalidad de conseguir dicho estatus. 

Con esta trivialización de las relaciones de poder, la profundidad y solemnidad no vendría de las relaciones con otros, sino con el poder en relación a nosotros mismos — que llamamos comúnmente libertad. Este poder sí debe ser uno solemne y trascendental, no así esa voluntad dirigida hacia otros — que llamamos generalmente poder

Dándose ambas condiciones de flexibilidad (falta de rigidez y desacralización del estatus), la gravedad por la diferencia en las relaciones de poder perdería bastante de su peso, pudiendo ser un relato alternativo al igualitario y al de las jerarquías basadas en un orden natural. 

Veamos algunos ejemplos prácticos, tanto macro como micro.

En política, un sistema parlamentario tiende a ser mucho más flexible a la hora de cambiar al gobernante; por tanto, ante una crisis política, puede adaptarse con mayor eficiencia a las resoluciones pacíficas a distintas crisis sociales. La destitución de un presidente en un sistema presidencial se percibe similar a un golpe blanco, mientras que el cambio de un primer ministro en un sistema parlamentario, por falta de confianza del mismo parlamento, tiene sus mecanismos de válvulas de escape que manejan mejor las crisis políticas. Veamos un ejemplo más cotidiano y más micro: la comparación de una aventura sexo-afectiva de un cónyuge con una tercera persona en una relación de monogamia exclusiva; lo anterior puede llegar a ser motivo de divorcio y rupturas poco civilizadas en una pareja, es una situación percibida como muy grave, que deja a la pareja engañada con una sensación horrible. Por otro lado, en una relación romántica flexible, cómo puede ser una relación abierta o de amor libre, una aventura externa a la pareja no pasa de lo anecdótico. 

Lo mismo que se aplica en un sistema parlamentario o una relación poliamorosa se puede aplicar a los sustentos ontológicos de la evolución por selección natural, la democracia liberal pluripartidista, los checks and balances de separación de poderes que sustentan la democracia, el capitalismo de libre mercado, la no-binariedad de género, lo queer, la pansexualidad o el rol de switch en los intercambios de poder eróticos (BDSM).

Este relato justificativo de las diferencias de poder se puede aplicar a teorías sobre el Estado y la economía, como también a las relaciones vinculares de paternidad, amistad o amor. Y, sobre todo, dice mucho de cómo se puede ver el individuo a sí mismo en relación con todos los demás. 

Todos podemos ser súbditos y emperadores, a distintas horas del día, en distintas situaciones, y eso es sólo un juego de rol porque, en realidad, el único poder sustancial es con respecto a nosotros mismos. 

Esta sexta forma de poder, la del poder flexible, puede ser una alternativa que, al igual que el relato de las jerarquías rígidas basadas en un orden natural y el relato de las jerarquías basadas en mérito, asegure un poder eficiente. Pero, al mismo tiempo, al igual que los relatos igualitaristas, interseccionales o deconstruccionistas, logra amortiguar el dolor producido por el ejercicio de las diferencias desiguales del poder. 

Un nuevo relato justificativo del poder tiene que sostenerse en las vacilaciones al poder mismo, ya que ésta es probablemente la pregunta filosófica más importante de esta última década: ¿qué nos contamos a nosotros mismos para aguantar todo el peso del poder sobre nuestros hombros? Pues que el poder flexible, verdaderamente flexible, no es grave.

Lucas Blaset

Presidente Libres

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la paz y la cooperación internacional

Las sociedades globalizadas de hoy están interconectadas, interrelacionadas e integradas mediante la cooperación tecnológica, social y económica. No obstante, vuelven a surgir antiguos conflictos motivados por territorios, recursos, formas de gobierno, grupos étnicos, denominaciones religiosas e ideologías. Los liberales demócratas creemos que el mantenimiento o el desarrollo de relaciones pacíficas y respetuosas entre las comunidades, en lugar del uso ilícito y agresivo de la fuerza, sigue siendo la base de todo método civilizado de resolución de conflictos. Las relaciones entre Chile y el resto de países deben ceñirse al derecho, tal como éste se ha plasmado en los convenios y tratados internacionales. Es preciso fortalecer las instituciones, los tribunales y los mecanismos de arbitraje internacionales y como, además de la diplomacia, puede ser necesario el uso de la fuerza física para mantener la autoridad y las decisiones de esas instituciones internacionales, es esencial que todas las partes acaten los dictámenes y las decisiones y se adhieran a la fuerza de la ley, y no a la ley del más fuerte. En Libres aspiramos a vivir en un mundo de paz. Hace décadas recuperamos la democracia después de un quiebre que dividió a Chile y nos sumió en la más larga dictadura de nuestra República, con el fin de forjar un Estado liberal democrático, mediante la colaboración política en el marco de la legal liberal, así como a través de la creación de estructuras de cooperación internacional, tales como las Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods, los dispositivos de derecho internacional orientados por la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Alianza del Pacifico. Por la misma razón, aspiramos a actuar de catalizadores del desarme internacional y de pioneros en la reducción de armamento a escala mundial, eso ayuda a Chile a alcanzar una sociedad más libre y pacífica. Sabemos que los procesos de paz y el desarrollo comunitario deben abarcar a todos los grupos sociales. Tenemos la firme convicción de que no hay otra vía para alcanzar la paz nacional, porque cuando los distintos sectores de la sociedad creen que los están humillando o que los tratan de manera injusta, o cuando su identidad individual o colectiva se encuentra gravemente amenazada, tienden a recurrir a la violencia. Y cuando los grupos sociales están bajo la amenaza del genocidio, o cuando una tiranía ha suprimido de manera permanente los derechos humanos básicos de nuestra población sobre la que impera, nuestra democracia liberal tiene el deber de invocar la doctrina de la “obligación de proteger” a cualquier individuo que lo requiera.

RESPALDAR

la migración en orden

Las sociedades liberales están abiertas a la migración. La capacidad de desplazarse dentro del país y en el ámbito internacional aumenta la libertad y las posibilidades de las personas en la consecución de su felicidad. La migración humana es un fenómeno natural y, como demuestra la historia, beneficiosa. Constituye un gran factor de enriquecimiento cultural para los países receptores. Los inmigrantes, a su vez, pueden contribuir a paliar la escasez de mano de obra y a incrementar la cultura y la diversidad en la sociedad de acogida, pero, por supuesto, su éxodo también puede empobrecer a las comunidades que abandonan. Puesto que, probablemente, la migración masiva causada por factores económicos, sociales, políticos o medioambientales aumentará en el futuro, es preciso entender y gestionar mejor esos movimientos de población. Los liberales demócratas aceptamos la idea de que, en determinados casos, puede ser necesario limitar el volumen y el ritmo de los movimientos demográficos, en función del tamaño y la capacidad de acogida del país receptor. Asimismo, será necesario adecuar los marcos jurídicos y las estructuras de apoyo con el fin de garantizar la correcta integración de migrantes y refugiados, de manera que puedan desarrollar al máximo su potencial y contribuir a enriquecer las sociedades de acogida en concordancia, a su vez, con sus legítimos deseos de acceder a nuevas oportunidades de crecimiento personal.

APOYAR

el comercio y la inversión

Como muestra la historia, la circulación de bienes, servicios, capitales y personas a través de las fronteras nacionales contribuye en gran medida a la difusión de la prosperidad. Con un número cada vez mayor de países integrados en la economía mundializada, el comercio libre y justo, así como las inversiones transnacionales, constituyen instrumentos primordiales para mitigar la pobreza y promover la paz. No obstante, el resurgimiento de las posturas proteccionistas en diversos Estados y regiones, algunos países se ven excluidos de los beneficios que puede aportar la liberalización de la economía mundial. Por consiguiente, es menester defender el mantenimiento y la ampliación de un régimen de comercio nacional abierto y eficaz, que garantice reglas equitativas para Chile y sus aliados. En el pasado, los acuerdos de libre comercio bilaterales o multilaterales de carácter limitado han sido instrumentos eficaces para promover la integración comercial regional y las iniciativas conjuntas en materia de inversiones. Esos acuerdos deben fomentarse, siempre que respeten las normas de la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y se mantengan abiertos a nuevos tratados comerciales internacionales, como por ejemplo el TPP11. La resistencia al proteccionismo económico sigue siendo un compromiso fundamental de los liberales demócratas, porque tenemos la obligación de velar por que el mayor número posible de personas se beneficie de la liberalización de la economía. A largo plazo, es la única manera de mantener una sociedad liberal y abierta. Aunque reconocemos que el sistema de libre mercado no garantiza por sí solo una distribución justa de la riqueza, seguiremos luchando por facilitar el acceso equitativo a los mercados, la propiedad, el capital, la infraestructura, la salud y la educación. Si se fomenta la igualdad de oportunidades para todos, las personas gozarán de mayor autonomía, tanto para contribuir al crecimiento de Chile como para beneficiarse de él, se reducirán las desigualdades sociales y los mercados funcionarán para todos.

PROMOVER

el adelanto tecnológico y combatir los abusos

El crecimiento exponencial del conocimiento humano es la clave de la prosperidad mundial y el desarrollo sostenible. Los liberales creemos en el ilimitado potencial creativo del ser humano. El gobierno debe abonar el terreno para esta creatividad mediante la oferta de buenas condiciones para la creación por parte de la sociedad de civil de instituciones educativas, el apoyo a la investigación que se desarrolla en las universidades sin trabas burocráticas y la garantía de oportunidades empresariales, para convertir los inventos en innovaciones que amplíen el ámbito de los conocimientos humanos y generen mercados para nuevos productos y servicios. El cambio estructural que produce la innovación ha de recibir apoyo y ser gestionado por todos los sectores de la sociedad, a fin de reducir las desigualdades y crear nuevas oportunidades, y esto significa educación para todas las edades y todas las fases de la vida. La rápida sucesión de descubrimientos científicos, la digitalización, la biotecnología, el trans-humanismo y la inteligencia artificial crearán enormes oportunidades y nuevos desafíos para la humanidad. Estos adelantos tecnológicos no deberían emplearse con fines bélicos o armamentísticos. Sus objetivos primordiales deberían ser la consecución de la seguridad alimentaria y el desarrollo y la difusión de las libertades. El gobierno, las empresas y la sociedad civil deberían definir nítidamente los abusos y prevenirlos mediante una supervisión diáfana – que no estorbe indebidamente la investigación y los hallazgos científicos- y el desarrollo individual.

ASEGURAR

la sostenibilidad del crecimiento económico de Chile

El crecimiento económico sólo resulta beneficioso para todos en la medida en que es sostenible e integrador a largo plazo y eleva los niveles de vida de todos los ciudadanos. El crecimiento no debe lograrse a expensas de las generaciones futuras ni beneficiar únicamente a algunas personas en determinadas partes del país, en detrimento de otras. En Libres creemos que el crecimiento y el progreso económicos deben ser sostenibles en términos medioambientales, económicos y sociales. Esos tres atributos esenciales determinan la calidad del crecimiento. El progreso económico no debe basarse en el deterioro del medio ambiente ni a escala regional, ni nacional, como tampoco en el endeudamiento excesivo y el despilfarro gubernamental, la evasión fiscal o la dominación agresiva de un grupo sobre otro. El cambio climático es la mayor amenaza medioambiental que afronta la humanidad. Sus consecuencias ponen en peligro la libertad y la prosperidad de muchas generaciones venideras. Por consiguiente, los liberales creemos que la riqueza ha de crearse respetando los límites de un planeta de recursos finitos y aplicando el principio de precaución. Es esencial evitar un daño ecológico irreparable y un cambio climático desastroso como consecuencia del efecto invernadero de las emisiones de gas, para lograr un progreso económico sostenible. Este objetivo exige un marco normativo internacional adecuado que permita la protección y el uso responsable de los bienes comunes de la humanidad. Debemos reconocer que esta tarea presenta a la vez grandes oportunidades y costos significativos, aceptando que nos resultan mucho más difíciles de afrontar para nuestro país, que aun esta en vía de desarrollo. Lo que significa que, tanto por motivos económicos como morales, nuestro país necesita cambios graduales para adaptarse a modalidades de desarrollo más sostenibles. Asimismo, los liberales apoyamos la creación de marcos normativos que fomenten la responsabilidad fiscal, de modo que el gobierno no tenga que apoyarse en las generaciones futuras para sufragar el costo del crecimiento de hoy y no puedan deteriorar la democracia mediante un exceso de gasto público basado en el endeudamiento. Libres apoya los marcos jurídicos locales, nacionales, regionales e internacionales que eviten la explotación de unos individuos y grupos por otros y prevengan el surgimiento de monopolios por parte del Estado.

MEJORAR

el acceso de enfermos y personas con capacidades diferentes a los servicios de salud

A pesar de los considerables adelantos logrados en cuanto a la esperanza de vida y los indicadores de salud, en muchas regiones de Chile la gente carece de acceso a la atención médica y sanitaria. Este es un azote que debemos combatir por motivos humanitarios y, habida cuenta de que la buena salud es un requisito indispensable para alcanzar una educación mejor en cualquier edad, su ausencia constituye un obstáculo importante al desarrollo económico. Chile se enfrenta también al incremento de los casos de enfermedades mentales, lo que perjudica tanto al individuo como a su familia. Como tantas otras dolencias físicas y discapacidades, la enfermedad mental tiene repercusiones considerables en términos de costos médicos y pérdida de capacidad laboral. Chile deberían convertir en aspiración esencial y objetivo primordial la tarea de mejorar los niveles de salud y el acceso a la atención sanitaria para todos. Las nuevas tecnologías aplicadas al cuidado de la salud y la telemedicina son herramientas importantes para lograrlo. Pero en estos tiempos de rápidas transformaciones tecnológicas, no debemos olvidar que numerosas personas to- davía carecen de accesos básicos tecnológicos para ello. Estos elementos son prioridades de primer orden que deberían estar al alcance de todos, y no sólo el acceso, la protección y el uso de los recursos naturales y ecosistemas debería ser sostenible ahora y con miras al futuro.

FOMENTAR

ampliar y promover la educación

La prestación de servicios educativos de gran calidad, que no dependan de la extracción social o la situación económica del alumno, es la mejor garantía de la igualdad de oportunidades. La educación es un factor esencial del progreso humano y es fundamental para aportar respuestas a los problemas de Chile. Uno de los objetivos principales de Libres es trabajar en pro de la igualdad de acceso al sistema educativo, sin desmedro de que esta educación sea privada, además la educación aporta a la adquisición de competencias y capacidad de pensamiento crítico desde la primera infancia y a lo largo de la vida, lo que permite que las personas vivan con dignidad y en situación de prosperidad. Los ciudadanos deben disponer de autonomía y ser capaces de convivir respetuosamente con sus pares y esto exige una educación que promueva la tolerancia, los derechos humanos y el respeto de las diversas opiniones. El acceso equitativo a la enseñanza también es necesario para que los niños, adolescentes, adultos y ancianos puedan sacar el máximo partido a sus capacidades, independientemente de su origen familiar. El propósito consiste en lograr el mayor grado posible de autonomía, integración y competencia, para hacer frente a los retos de la digitalización, la mundialización y los avances tecnológicos, así como para establecer relaciones personales y sociales. Estos fines sólo pueden alcanzarse si los más desfavorecidos, tanto desde el punto de vista económico como el social, reciben apoyo adicional, a fin de que puedan participar activamente en la sociedad y contribuir plenamente a las comunidades en las que viven. Las libertades individuales y la diversidad de nuestras comunidades requieren una educación que sea también libre y diversa. Los liberales siempre luchamos para promover la libertad en la educación, con miras a aumentar la autonomía de las personas al garantizar su capacidad de escoger la mejor enseñanza posible para ellos y para sus hijos. Queremos que cada persona, a lo largo de la vida, tenga acceso a una buena educación, cualesquiera sean su raza, nacionalidad, género, edad, orientación sexual, creencias religiosas, discapacidad u otra condición personal o social.

DEFENDER

la libertad de información, expresión y prensa, así como el derecho a la intimidad

La libertad de expresión es fundamental para la democracia liberal. Nosotros somos partidarios del acceso irrestricto de todos los ciudadanos a la información y de la libre circulación de ésta, así como de la libertad de expresión, sin trabas del Estado y protegida por un marco jurídico que fomente la libertad. Ante el aumento exponencial de la capacidad de recoger y almacenar información, gracias a las nuevas tecnologías, estamos resueltos a velar por la creación y adopción de un marco jurídico que garantice la integridad de los datos personales, la intimidad en Internet y la protección frente a la vigilancia, así como el derecho a resarcimiento cuando los ciudadanos sufran violaciones de su intimidad o sean víctimas de la desinformación selectiva, cualquiera que sea el medio de comunicación. Con miras a proporcionar a los medios y al público en general la capacidad de controlar a las autoridades gubernamentales, es esencial garantizar el acceso a la información relativa a los asuntos públicos y las instituciones democráticas en todas las esferas. Los liberales demócratas creemos que esas prerrogativas y salvaguardas individuales son pilares fundamentales de toda sociedad libre, edificada sobre las libertades de opinión y reunión.

FORTALECER

las instituciones democráticas, el Estado de derecho y la sociedad civil

Sólo nuestra democracia liberal puede garantizar la adecuada protección de las personas y de sus libertades, pero no debemos permitir que quienes se oponen a esas mismas libertades puedan hacer un uso abusivo de ellas. Con una democracia sólida, capaz de defenderse a sí misma, protegeremos activamente nuestros valores liberales y nuestras instituciones democráticas contra quienes quieren socavarlas y destruirlas. Como forma de gobierno, defendemos la democracia ya que permite que los ciudadanos exijan responsabilidades a quienes ejercen el poder. A su vez, la rendición de cuentas es esencial para lograr un mejor gobierno, al igual que la transparencia y la descentralización suficiente de la toma de decisiones, que garantizan la participación más directa y el control del gobierno por parte de nosotros los ciudadanos. Muchas veces hemos padecido en nuestra historia de la grave y nefasta incompetencia profesional de quienes ejercen labores de gobierno. Esta mala calidad de la gobernanza suele estar vinculada a la corrupción, que es uno de los elementos más destructivos de la vida comunitaria. Es preciso, entonces que, en todas las esferas del gobierno, desde la local hasta la internacional, redoblemos los esfuerzos con el fin de combatir la corrupción, el fraude y los delitos de las organizaciones criminales, y que mejoremos la calidad de la gobernanza en general, mediante la aplicación de nuestros principios liberales de rendición de cuentas, transparencia, separación de poderes, descentralización de la toma de decisiones y respeto por el Estado de derecho y el dinamismo de la sociedad civil. Las personas libres constituyen la base de toda democracia liberal y un diálogo franco entre los ciudadanos, en el que se atiendan y sopesen todos los argumentos, permite alcanzar soluciones mejores y más duraderas para todos. En una sociedad civil libre y dinámica, la gente puede asociarse en diversos foros e intercambiar ideas, procurar intereses y actividades comunes, formular opiniones, coincidir o discrepar acerca de valores, asuntos espirituales y políticos, con independencia del Estado. Toda sociedad abierta y liberal debe rechazar los esfuerzos gubernamentales encaminados a usarla para sus propios fines o a suprimir a grupos legítimos de esa sociedad que no sean de su agrado. En vez de eso, el gobierno debería alentar un diálogo dinámico entre los agentes de la sociedad civil y las autoridades pertinentes, con el fin de ampliar la capacidad de integración de la sociedad. Las religiones y otras creencias tienen su lugar natural en la sociedad civil, pero los liberales demócratas preconizamos la separación entre los cultos organizados y el Estado, a fin de evitar la centralización del poder y preservar la diversidad de nuestras comunidades.

PROMOVER

la igualdad de derechos para todos y defender los derechos humanos en el mundo entero

Todo miembro de nuestras sociedades puede ser autor de su propia vida y debe disfrutar de los mismos derechos humanos. Este es un valor fundamental de las democracias liberales, que defienden la libertad individual y el Estado de derecho, y se oponen a la discriminación. Apoyamos y promovemos estos derechos, tanto en nuestros países de origen como en los demás. Luchamos por que a cada cual se le permita ser quien es, amar a quien quiera y vivir como prefiera, teniendo plenamente en cuenta que esas libertades han de defenderse mientras no infrinjan los derechos de los demás. Creemos profundamente en que los derechos de los miembros de grupos minoritarios de toda índole deben ocupar un lugar seguro y protegido en nuestra escala de valores y apoyamos en especial a quienes son vulnerables a la discriminación, ya sean miembros de minorías étnicas, personas con discapacidades visibles o invisibles, niños, ancianos y miembros del colectivo LGBT+ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, de género no binario e intersexuales, poliamoros, entre otros). Las personas que profesan una religión, algún otro tipo de creencia espiritual o que son ateas o agnósticas, deben recibir igual protección para practicar sus creencias, siempre y cuando éstas se ejerzan en el marco de las leyes vigentes y del derecho constitucional. Aunque en el siglo XX se alcanzaron considerables cotas de progreso en lo tocante a la igualdad de género, las mujeres que representan más de la mitad de la población mundial, aún persisten desigualdades en esta esfera, tanto en desmedro de las mujeres como de los hombres, en particular la distribución desigual de la propiedad, tuición de los hijos y la representación política, así como el uso generalizado de la violencia en la pareja y la denegación de los derechos sexuales y reproductivos. En algunas causas estas desigualdades figuran incluso en las leyes, que refriegan distinciones sexistas en la propiedad, el cuerpo, la educación y al ejercicio de la libertad personal. Por consiguiente, lucharemos con ímpetu por los derechos de la mujer y el hombre, por igual. De esta manera, hacemos nuestras las luchas del Feminismo Liberal, la ampliación de libertades y oportunidades para las mujeres y cualquier diversidad de género sexual, pero nos declaramos férreos detractores de las vertientes colectivistas y socialistas del feminismo que utilizan la lucha de las mujeres para su agenda ideológica en abierta contradicción con los pilares liberales de respeto irrestricto a la autonomía del individuo así como la sujeción de éste al Estado de Derecho y sus respectivos pilares fundacionales. En este sentido, entendemos que el feminismo radical, que pretende revivir el conservadurismo moral, sustentado en un colectivismo contrario a la libertad de expresión, es un enemigo directo de la libertad de las mujeres. Las mujeres como individuos libres y soberanos, son esenciales en las conquistas de la libertad durante estos siglos y reconocemos su aporte, como también del feminismo de primera, segunda ola y lo que esperamos sea una quinta ola enfocada en el Xenofeminismo. Un Estado democrático tiene el deber de velar para que todos puedan ejercer su libertad en condiciones seguras y que quienes violen los derechos humanos y restrinjan las libertades encuentren la oposición debida y reciban un tratamiento eficaz. Estas medidas exigen inversiones públicas adecuadas en materia de seguridad y vigilancia. Cuando otro Estado viole esos derechos humanos, Chile debe acoger a los refugiados que huyan de esas violaciones, tal como quedó consagrado en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados. Para nosotros, resulta evidente que la responsabilidad de asilo corresponde a la comunidad internacional en su conjunto y Chile debe tener un papel relevante en ella. Al mismo tiempo, Chile debe reconocer su responsabilidad en lo tocante a ayudar a definir y combatir las causas profundas de la emigración, ya sean las condiciones económicas, la situación política o los conflictos violentos en otros países, y esperamos que el resto de naciones solidaricen con nosotros cuando una situación natural o social nos afecte a nosotros.

NUESTRA RESPUESTA

Igualdad de oportunidades de progreso para todos

La mejor respuesta a estos desafíos consiste en promover la igualdad de oportunidades para todos, fortalecer las instituciones liberales y el Estado de derecho en el mundo entero, fomentar la educación en general y en particular la formación cívica, la atención sanitaria, el comercio libre y justo y las oportunidades sostenibles para cada ser humano, así como cultivar la responsabilidad en todos los países. Los liberales creemos en el progreso humano basado en nuevos conocimientos, adquiridos y aplicados a escala local mediante la deliberación, la colaboración y el aprendizaje, en los ámbitos de la democracia, la educación y la investigación, la economía de mercado y la sociedad civil. La fortaleza de Libres es estar sustentado en el liberalismo y su innata flexibilidad para adaptarse a los cambios de contexto y poder así enfrentarse a los nuevos problemas, a medida que estos han ido surgiendo. Libres aprovecha el ingenio y la creatividad humana, en lugar de aferrarse a la sabiduría tradicional recibida del pasado. Con este ánimo, los principales desafíos que los liberales afrontamos consisten en lograr que el progreso humano sea lo más dinámico posible, velar por que llegue a ser más equitativo, abarcador e integrador para todos, ayudar a que las personas acepten la complejidad de mundo contemporáneo y se fortalezcan con la constatación de que sus identidades son complejas y polifacéticas, y lograr que el progreso de Chile sea sostenible, de manera que tanto las generaciones actuales como las futuras puedan aprovechar plenamente sus beneficios. En Libres reconocemos que los derechos humanos son individuales, no colectivos. Habida cuenta de la diversidad natural de aspiraciones, caracteres y talentos de los seres humanos, así como de sus convicciones y creencias religiosas, la búsqueda de la felicidad ha sido y sigue siendo un empeño básicamente individual. Se trata de la libertad que uno puede ejercer para vivir la vida que considera valiosa, sin limitar la libertad de los demás. Eso no significa que el liberalismo se agote en el individualismo. La comunidad también es importante. Para nosotros, esto atañe a la libertad –la libertad de la persona-, pero es también cuestión de liberalidad, de generosidad de espíritu hacia el prójimo voluntariamente, no sólo para nuestros amigos y familiares más allegados, sino para toda Chile. Como liberales, adoptamos instituciones y medidas políticas que generan el máximo de oportunidades para todas las personas, tanto en el presente como en el futuro. Debemos superar las rígidas barreras sociales existentes en nuestras sociedades. Los gobiernos del mundo entero pueden y deben crear instituciones y aplicar políticas que sean más integradoras y han de esforzarse por dotar de autonomía a sus ciudadanos en un contexto de libertad.

NUESTRO DESAFÍO

Nuevas amenazas a la libertad

Hasta el inicio del siglo XXI, presenciamos la génesis de una era liberal en Chile. Desde entonces, el creciente consenso liberal vigente en el país ha sido objeto de ataques procedentes de diversos horizontes. Una ola de autoritarismos y populismo, amenaza con socavar y deshacer los logros alcanzados por nuestro ideario liberal. Estas tendencias antiliberales se nutren a menudo de la falsa idea de que el aumento de la desigualdad de poder impide que el contrato social liberal proporcione oportunidades equitativas a los más desfavorecidos. También se ponen en tela de juicio la capacidad y eficacia de las instituciones del Chile actual para afrontar los desafíos del cambio climático, el crecimiento demográfico del planeta y el aumento de las migraciones relacionados. Muchas personas se sienten amenazadas por la creciente heterogeneidad que se observa en numerosas sociedades y responden exagerando el apego a lo que consideran la esencia de su identidad e incitando la desconfianza y la hostilidad hacia quienes consideran diferentes. Al mismo tiempo, mucha gente considera que el liberalismo en sus distintas vertientes es sólo una excusa de algunos para ejercer el egoísmo económico y la falta de responsabilidad. Estas tendencias constituyen un problema para el liberalismo, ya que fomentan la creación de normas e instituciones antiliberales y amenazan con dividir al mundo en facciones beligerantes, frenando el progreso de todos.

DERECHOS HUMANOS

Toda persona es única, individual, dotada de razón, conciencia moral y voluntad propias e inalienables. En sí mismo, cada individuo es un fin. En absoluto, un medio. Por lo mismo, la instrumentalización de la vida humana es condenable. La auto posesión del cuerpo y mente, así como la autodeterminación de la voluntad hacen al individuo un sujeto intrínsecamente ético y libre de tomar decisiones que le competan exclusivamente. El paternalismo y el colectivismo desde cualquier institución atentan contra este principio, diluyendo la vida humana y desintegrando por tanto su voluntad. En consecuencia, creemos que todos los individuos deben establecer su camino de vida en función de sus propias circunstancias y decisiones. De la misma manera, derecho a vivir de la manera que elijan, siempre y cuando eso no implique coartar la libertad de otro individuo, violando sus derechos fundamentales o transgrediendo el marco de acción de aquellos. Suscribimos completamente y hacemos nuestro el artículo segundo de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789. En este articulado se definen los derechos naturales e imprescriptibles del hombre como la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

NUESTRO IDEARIO

Progreso de Chile en una era libre

La libertad de cada ser humano constituye un principio esencial para lograr el progreso de todos y todas, alcanzando un mundo mejor. En su condición de movimiento de ámbito mundial, en Libres creemos firmemente en que la razón humana es la base del progreso hacia ese mundo mejor. Cada uno de nosotros es diferente y, por eso, acogemos y cultivamos esta diversidad propia de los miembros de nuestro país. Consideramos que las personas son agentes de sus propias vidas. La sociedad es la esfera en la que esos autores se reúnen, intercambian ideas y opiniones, aprenden unos de otros y llegan a entenderse, pese a todas las diferencias de intereses. La sociedad es el ámbito en el que las personas se desarrollan. Nuestra propia personalidad se forja en las relaciones sociales. Un conjunto amplio de derechos, libertades y responsabilidades propicia el pluralismo de ideas, creencias y de entornos de procedencia que alimentan la riqueza de la diferencia, sin distinción de género, raza, edad, orientación sexual, credo religioso, discapacidad o cualquier otra condición personal o social. Una sociedad liberal no se basa únicamente en los derechos humanos, sino también en las relaciones humanas. Nos hemos propuesto proteger los valores que inspiran la República de Chile, los cuales funcionan al amparo del Estado de derecho, y fomentan la igualdad de oportunidades para todos. Ninguna sociedad puede ser libre si carece de libertad de expresión, reunión y asociación. Queremos, para ello, instituciones que sean democráticas, rindan cuentas y tengan capacidad de actuación y que proporcionen iguales derechos y libertades para las personas. En esas condiciones, la creatividad personal puede florecer e impulsar el progreso humano hacia una sociedad mundial pacífica, próspera y abierta. En términos económicos, sociales y medioambientales, esta sociedad mundial debe ser sostenible, tanto en el presente como a largo plazo. Esta sostenibilidad exige la gestión integrada y sostenible de los recursos naturales y los ecosistemas.